27 dic 2012

Para que el posteo anterior no quede en palabrerío, acá encontré otra prueba fehaciente de que algunas cosas no cambian. La esencia de una persona es siempre la misma. Y esa esencia, no pasa de moda.
Escrito el 26 de julio de 2011, y hoy, año y medio después, siento que la historia se repite. Podría haberlo escrito esta tarde.

 

 

26/07/2011

Dale que dale

"No tires la toalla hasta, lo más mancos la siguen remando"
Si bajás los brazos, ¿qué será de vos? Una persona vacía, infeliz, aburrida, triste, melancólica, y algo odiosa.
¿Por qué? Porque nunca diste todo lo que había dentro tuyo, y entonces no tenés derecho alguno a dirigirte, como si fuese tu igual, a aquellas personas que si dejaron la piel en este gran partido que hoy nos toca jugar.
Serás apodado cagón, cobarde, cuatro de copa, rata, cuis, y en los casos más extremos, angelito cappa. Si, no me mirés así. Lo merecés. ¿Cómo se te ocurre bajar los brazos?
Ya se que es jodido, se que hay muchas chances de perder. No te niego eso. Pero vale mucho más perder jugando, arriesgando, intentando, que perder tirado en tu cama mirando las manchas de humedad que, de a poco, fueron copando el techo.
Fuero copando, si, exactamente la misma metodología que ese sentimiento utilizó con lo más recóndito de tu ser. Entró (vaya uno a saber por donde), y se instaló en una habitación chiquita, al fondo de todo. Era un buen inquilino, por que no molestaba y pagaba siempre los primeros días del mes, y en efectivo.
Pero un día de lluvia, oscuro y frio, tomó confianza. Le tocaste la puerta, le dijiste “ey, pagame”, y te dijo : “no, no quiero”. A partir de ese preciso instante, supiste que vos ya no eras el real dueño de esa habitación, sino que el se había convertido en un Okupa verdadero, de esos que no los sacás ni con infantería, ni con agua fresca en junio.
Así que no te quedó otra que aceptar esta nueva realidad, pero con la esperanza intacta de que unos de estos días vuelvas a ser vos el que domine tu cuerpo, tu mente, y tu alma. Y vos sabés que mientras haya un poco de luz, hay esperanza.
Sin embargo, esa luz hoy se apagó, y por eso te estoy escribiendo acá, compañero. No podés permitir que esa llama se extinga. Te lo advierto, una vez me pasó y no actué como debía, y aún hoy lo sigo lamentando: si se apaga, no la volvés a prender ni con dos cajas llenas de “patitos”.
Por eso, my friend, te aconsejo con toda franqueza: dale, seguí peleando, que de los cobardes nadie se acuerda. Dale, levantá esa cabeza, poné la pelota debajo de la suela, y buscá un cambio de frente, abrí la cancha, cambiá de sistema si vez que así no podés seguir. No seas necio, es verdad lo que me decís, vas perdiendo, pero no te creas que por goleada. A lo sumo, irás dos goles abajo, que en el fútbol de hoy es muchísimo. Pero el 0-2 es el peor resultado, dicen algunos. Para mi es mentira, pero bueno, no te queda otra que creerles.
No tengo muchas más que acotar. Te pido que nunca, nunca nunca, se te vuelva a cruzar por la cabeza la idea de dejar esto. No pichón, no es así. A la primera de cambio no podés pedir la toalla, no podés pensar que nada tiene sentido. Duele, si. Pero bueno, lo que no mata fortalece suele decirse. Y yo te puedo decir que creas en vos, que es el arma más importante que tenés a tu alcance. Recién ahí, vas a poder confiar en los demás. Créeme. Creete.

No hay comentarios:

Publicar un comentario