18 jun 2013

Que locura...el domingo se cumplió un año. No miré el almanaque, y se me pasó. Recién hoy me di cuenta, cuando volvía de entrenar. No sé por que, se me cruzó ese día por la cabeza.
17 de junio del 2012. Me animo a decir que fue uno de los días más felices de mi vida. Las sensaciones fueron únicas, y estoy seguro de algo: en mi vida voy a volver a sentirlas. Son esas cosas que sólo pasan una vez, y que hay que disfrutar. Y yo las disfruté, por eso hoy puedo sonreír: disfruté ese momento y cada uno, dando siempre lo mejor que tenía.
Y viéndolo así, ¿cómo me voy a arrepentir de esto? Lo dije una vez, y lo repito. Esta historia, con sus buenos y malos momentos, fue lo mejor que me pasó. Fui realmente muy feliz.
Me acuerdo de ese día, de ese momento, y se me pone la piel de gallina. Guau, es increíble como quedó grabado en mi mente. Cuanta nostalgia...


17/06/2012

Sensaciones


El corazón me palpitaba violentamente dentro de mi pecho, al punto tal que sentía que existía la posibilidad de que huyera a un lugar más tranquilo de un momento a otro. Las manos me sudaban, denotaban mis nervios. Me resultaba imposible quedarme quieto; necesitaba moverme constantemente para descubrir que aún controlaba mi cuerpo, y no él a mí. Me sentía un nene, dando sus primeros pasos en la vida. No sabía bien que hacer, que decir. Todo lo que cruzaba por mi mente me parecía insulso. Ella merecía más.
Todavía no sé de donde saqué el valor para enfrentarla y mirarla a los ojos. Pero las sensaciones fueron únicas.  En ese preciso momento, toqué el cielo con las manos. Me sentí totalmente embriagado de felicidad, de dicha, de alegría. Realmente valía la pena vivir.
Cerré los ojos y la paz invadió mi cuerpo. No hubiese estado mal morir en ese instante. Temía que fuese un sueño (otra vez), y que despertase algunos segundos más tarde, acomodado en mi cama, mirando las manchas de humedad del techo.
Mis manos se sentían atraídas por su rostro. No podía dejar de acariciarla. Su piel era tan suave, no lograba despegarme de ella. Realmente deseaba que el tiempo se detuviera, y que esa fotografía quedara inmortalizada en mi mente por el resto de mis días.
Tantas veces había imaginado sus labios, pero nunca creí que fuesen tan perfectos. Eran finos y delicados, con  un sabor celestial, único. Me representaban la pureza, la perfección, la esencia de los dioses. No quería alejarme de ellos, no quería que ese momento terminase nunca. De repente, creía en la eternidad.
Ella me miró, y sonrío. Supe que había tomado el camino correcto y que llegaría a buen puerto. La observé detenidamente, y mis ojos se encontraron con los suyos. Ahora, el que sonreía de manera estúpida era yo. Quería que sepa que estaba realmente feliz, que ese momento significaba mucho para mí. Acaricié suavemente su pelo, y la abracé.
Nuestros cuerpos se confundieron en uno, mientras pensaba cuanto hacía que no daba un abrazo tan sincero, con tanto afecto. La apreté contra mi pecho, intentando transmitirle seguridad, como si supiera exactamente todo lo que estaba haciendo. Nos quedamos unos segundos (horas) allí, inertes, disfrutando de los hechos.
Nos quedamos en silencio, sin pronunciar palabra. Sólo se escuchaba los latidos de nuestros corazones, aún acelerados, temiendo  que alguien nos descubriera.  Volví a besarla, pero esta vez dejé que la pasión me ganara la batalla. La besé fuerte, descargando los meses de desamores, de tristeza. Necesitaba que todas esas sensaciones abandonaran mi cuerpo para dar paso a las nuevas, más puras y plenas. No quería quedarme inmerso en ese oscuro pasado. La luz comenzaba a iluminarme. A iluminarnos.
Minutos más tarde, abandonamos esa sala y bajamos juntos las escaleras. Debíamos volver al mundo real, reencontrarnos con nuestros simulacros de vida, con nuestras fachadas. Ya habíamos jugado  suficiente  esa noche. Pero antes, le di un último beso. Luego, ella dobló para la derecha. La miré partir, mientras yo viraba hacia la izquierda, anhelando el momento en el cual volveríamos a vernos.


Eso escribí hace un año. Doy todo lo que tengo por volver a vivir ese momento. Por volver  a sentir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario