1 nov 2012

El tiempo sigue pasando. Los días corren, las semanas también. Y cada vez se hace más difícil sostener en el imaginario esa imagen que rozaba la perfección.
Los palazos duelen, lastiman mucho. Me parecen innecesarios, al pedo diría. ¿Qué necesidad de ensuciar algo que supo ser muy lindo?
Sabía que esto no iba a ser fácil. Pero esperaba otra actitud de la vereda de enfrente. Una mano, una ayuda. Un puto centro.
Parece que no va a llegar. Y sólo queda seguir lamentándose. Por los dos.

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