8 oct 2012

heridas



Una licuadora se apoderó de mis pensamientos, y hace su gracia: revuelve, mezcla, confunde.
Creo que esto está empezando a costarme. El sacrificio, los silencios, el tragar y seguir, el mirar para abajo, algún día iban a pasar factura. Yo no soy así, y eso duele. De a poco, florecen ciertos resentimientos, recelos y hasta desconfianza en una uno mismo.
La energía comenzó a apagarse. La batería ya no dura tanto. Hay que cargarla seguido, y eso agota. Así se me hace difícil; ¿Cuánto hace que no sentís un abrazo sincero? Tal vez poco, pero poco es mucho.
Trato de analizar lo que me está pasando. Y no entiendo bien que quiero. O mejor dicho: sé lo que quiero, pero sé que es inalcanzable. Y no me canso, a pesar de que entiendo la realidad. Sigo y sigo, y no paro de seguir. Pero eso genera dolor. Y el dolor, tarde o temprano, te pasa factura. Preguntale al tobillo sino.

Cargo con mi cruz. Sólo eso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario