-Haceme caso, agarrá por este camino. Yo esta ya la viví eh,
te lo digo por expericia.-
-¿Te parece? Yo te entiendo, pero no quiero ir por ese lado.
Seguramente tenés razón, pero igual prefiero agarrar por acá.-
-No seas boludo, la vas a pasar mal si vas por ahí. Creéme,
no es la mejor opción. No vas a llegar a ningún lado sino.-
- Pero me tengo fe. Para mí, va
a costar pero voy a andar bien. Confía en mí.-
¿Te pasó esto?. Ojalá que no. Es una situación en la que,
por lo menos yo, me siento muy incomodo.
Llega un punto en el que te hacen sentir un gil, por no elegir lo fácil o
lo seguro. Y eso no está bueno. ``Los cagones no escriben la historia´´, suele
repetir mi técnico de básquet. Y tiene
razón. Los que dan un paso al costado, los que deciden abrirse, salirse de la
situación por comodidad o por algo símil a la inteligencia, indefectiblemente
terminan olvidados, sin ninguna historia digna de ser escrita.
Otra cosa. Cuando vos
contás algo a una persona, una situación o un hecho sobre el cual tenés que
decidir, ¿esperás un consejo, o sólo esperás comprensión? . No sé vos, pero a
mi me molesta que me digan que es lo que debería hacer. Siempre creí que soy yo
el que tengo que tomar la decisión, sea para bien o para mal. Sólo yo sé como
reacciono ante determinados momentos, y si sigo los consejos de otros, no
estaría siendo fiel a mi mismo, a mi personalidad, a mi historia.
Entonces, el problema radica en las consecuencias que pueda
acarrear esa decisión personal. Si uno es lo suficientemente seguro de sí mismo
como para ir contra la corriente y perseguir un sentimiento, uno debe ser lo
suficientemente fuerte para ponerle el pecho a las probables malas que puedan
llegar. No es cuestión de hacerse el guapo, el yo puedo, y terminar
apichonado esperando que un salvavidas
te remolque a la orilla nuevamente.
Otra cosa. A vos, que estás leyendo, te llevo para otro
tema. ¿Te pasa seguido enojarte, tomar una decisión que sabés que es la más
sensata, por que no podés seguir así, y al otro día hacer totalmente lo
contrario? ¿Soy claro?. Te pongo un ejemplo burdo. Vas al gimnasio, y levantás
más de lo que podés. Al rato, te duele todo, y te das cuenta que no podés
seguir levantando eso, que te hace mal. Sin embargo, al otro día, con un poco
menos de dolor, volvés a tratar de levantar el mismo kilaje.
El ser humano es el único animal que tropieza dos veces con
la misma piedra. El garrón, es cuando tropezás TODOS los días con el mismo
escollo. Y seguís, y seguís, y pensás que un día va a cambiar la cosa, que no
puede pasar siempre lo mismo. Y todos las noches sentís realmente que algo
distinto hay, que algo bueno va a pasar. Y no pasa. Y seguís, y seguís. ¿Y
hasta cuándo?
La cosa, el final, es el siguiente, y no era el que pensaba
escribir. Después de leer esto, vos podrás decirme: “no viejo, no sigas. No
podés tratar de levantar otra vez ese mismo peso. Te va a doler, te vas a
lastimar”. Pero yo te dejo esta cita, y te dejo pensando:
``Sigue aunque todos esperen que abandones.
No dejes que se oxide el hierro que hay en ti.
Haz que en vez de lástima, te tengan respeto.
Cuando por los años no puedas correr, trota.
Cuando no puedas trotar, camina.
Cuando no puedas caminar, usa el bastón.
Pero nunca te detengas…”
No dejes que se oxide el hierro que hay en ti.
Haz que en vez de lástima, te tengan respeto.
Cuando por los años no puedas correr, trota.
Cuando no puedas trotar, camina.
Cuando no puedas caminar, usa el bastón.
Pero nunca te detengas…”
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