Tirar el rebaje, pasar de quinta a cuarta, para después acariciar la tercera, y así sucesivamente. Nada más sensato que bajar un cambio en el preciso momento que sentís que le erraste, que te equivocaste, que tomaste el camino cargado de obstáculos y dificultades. Elegiste el sendero más largo, creyendo (infantilmente) que sólo vos conocías un atajo casi mágico, que nadie más que vos había admirado.
Lo lógico sería reprocharse, retarse, enojarse y meter marcha atrás. Volver hasta la bifurcación, y ahora si, escoger la avenida que transitan todos. Pero (¿lamentablemente?) no existe una marcha atrás en el tiempo, un aparato capaz de permitirnos rever ciertas situaciones, volver al pasado y pensar las cosas mejor. Gracias a dios, no existe.
Que fácil sería todo si algún ser humano hubiese creado una máquina con tales atributos. Y fácil es sinónimo de aburrido, de rutina, de embole.
Cuesta muchísimo ser consecuente, firme, y seguro de uno mismo para mantenerse en la misma calzada durante largo tiempo, probablemente más de lo que muchos pretenden o aceptan. Pero cuando uno consigue la tranquilidad espiritual adecuada, y está lo suficientemente relajado como para respirar, escucharse y mirar las cosas desde otra perspectiva, no tengo ningún tipo de dudas de que se puede. Vos podés seleccionar la carretera con más baches, pozos y miguelitos. Y no sería extraño que en algún momento pinchés, se te rompa un amortiguador o estés cansado de tanta imperfección.
Pero eso no puede debilitarte. Eso no puede vencerte. Tendrás que bajar del vehículo, emparchar la cubierta, y volver a subir. Y que todo siga girando. ¿O vos te pensás que la rueda va a dejar de girar por que vos estás arreglando ``tu motor´´? No, la vida y el mundo nunca paran. O te reponés rápido, o te quedás afuera para siempre. Lo mirás desde la tribuna. Y eso si que sería triste: observar desde afuera por que en el momento de alzar la cabeza no tuviste la valentía suficiente como para decir: ``acá estoy yo eh, no se olviden. Con mis defectos, pero también con muchísimas virtudes´´.
Por último, queda una tarea para el futuro, para esas tardes de junio lluviosas que lo invitan a uno a observar las manchas de humedad, las telarañas de aquel rinconcito recóndito, y meditar: ¿Esa imperfección que sufrió tu motor interno, es lo suficientemente grave como para que bajés de tu auto y pierdas tiempo reparándolo? Ojo eh, no seas iluso. ¿O me vas a decir que nunca te paso creer que una persona te había roto el chasis, y al tiempo, observaste que tan sólo era un rayoncito en el paragolpes, y seguiste como si nada tu historia? Vamos, seamos grandes. Todos nos equivocamos alguna vez. Y todos nos vamos a seguir equivocando. El día que asumas eso de vos mismo, vas a poder sonreír todas las medianoches, vas a poder descubrirte feliz delante de un espero. Y una tarde de verano, mirando en la profundidad de tu mirada, vas a descubrir que te convertiste en todo eso que soñabas ser.